Vivir sin sentir sería un sin sentido

"Sé el cambio que quieres ver en el mundo"


Pequeñas pinceladas literarias de rápido consumo


miércoles, 14 de septiembre de 2022

 No sé cuánto llevo escondida dentro de mí pero ya no sé salir

Ni recuerdo cuáles soy yo

O si soy todas 

O ninguna 


Siento que pierdo esta lucha que no debería tener lugar

Pero está ahí

Escondida también pero más real que nunca

Tengo miedo de la atrofia y el cesar de los pájaros 

Siento que ya no cantan 

O que los ahogué 

De momento sigo amando como siempre

No sé si será mucho, espero que suficiente

Aunque parece que no

domingo, 13 de marzo de 2022

Nada

 Tengo una daga clavada en la espalda

Que lleva tu nombre escrito 

Y tus labios sellados

Y de la mano, el olvido


Tengo una daga clavada en el pecho

Que derrama lágrimas 

sangre envuelta en la memoria

Y grita de rabia y de miedo

Y de la mano, desaliento


Y arroja lluvia al tiempo

Y recuerda que somos prescindibles 

Que solo soy un grano de arena

tan pequeño y frágil

Que se lo lleva el viento

Y nadie lo recuerda

miércoles, 17 de junio de 2020

Tarde

El mundo me conoció contigo
Y ahora le miro avergonzada
Con las manos desnudas
Y los ojos vacíos
Con el cuerpo lleno de escombros
de Ceniza amarga
Y el alma en llamas
Y el recuerdo de tu rostro
En mi corazón se acongoja
Y late inevitable
Mientras me pregunto qué pecado cometí
Para no quererte cuando debía
Para no quererte como supe
Con todo el fuego febril y eterno
Que ahora esconde tu nombre
Y tu mirada en el tiempo

martes, 24 de marzo de 2020

Soy

Soy,
o eso creo.
Soy con todo lo que ves y lo que siento;
con la culpa en la espalda,
la nariz roja del frío,
y mil miradas sinceras
que no escarmientan mientras vivo.

No me da miedo el mundo
y su terrible desesperanza,
no me apacigua el vacío
ni el desaliento;
seguiré siendo yo,
aunque todo me diga que pare,
que me rinda a la resignación
y a las cadenas.
No me da miedo que no sirva,
No me da miedo que se olvide
todo el esfuerzo;
por ser real, por la lucha
como el rayo de luz más certero.

No me da miedo ser,
me da miedo vivir y saber que no he sido



miércoles, 24 de abril de 2019

La verdad del silencio

El silencio de las palabras
de la verdad asomando por las pupilas
el silencio que sientes
ahí pegado
el que no puedes desprender
el silencio sin palabras
que esconde más que estanterías
que no identificas
a pesar de la certeza incierta
de que la verdad se esconde en tus manos
en las recónditas y lúgubres
esquinas
de tu alma inacabada

Hoy le escribo al recuerdo
del silencio feroz que esconden las verdades
aquellas que son tan tuyas
tan internas
que las palabras no las encuentran
aquellas verdades calladas
mudas
que dejan de parecer reales

qué pánico atroz da el silencio
pues transforma la verdad en ceniza
pues transforma la arena del viento
en voz cegada

qué pequeño queda el mundo
cuando todo se reduce a palabras

miércoles, 16 de enero de 2019

pérdida

Un sonido inerte
un esbozo de un recuerdo
permanente
grisáceo y esbelto

Un cristal roto de rabia
algo negro y nauseabundo detrás
de tus miradas
lo ocultan tus palabras
y las sombras de tus dedos

entrecruzarse entre caminos
volver atrás y repetir
por no tener objetivo
y no buscarlo

beber veneno de tus labios
ahuyentar la luz, el vals
hacerlo todo
con la temible, apaciguada pero perenne sensación
de que algo va mal
y solo en tu interior

Sólo sé que he vivido en el profundo engaño
de que la pérdida siempre es externa
ajena pero envolvente, nos abraza con garras
mientras aviva la memoria
pero la verdadera y dolorosa pérdida empieza en ti
y termina en la misma palabra

sábado, 3 de noviembre de 2018

Desesperanza

Me apena este desapego. Esta sensación de que la cordura y la decepción viajan de la mano pise donde pise, y vaya donde vaya.
Veo momentos de crueldad pasando entre nuestros ojos. Caminando entre nosotros los viandantes, ignorados por una multitud gris y amarga. Son como ese aliento frío y punzante que se encuentra en la culpabilidad, y en la muerte prematura que el médico no puede revertir. En el desaliento de lo que no pudo ser.
Ahí están, los veo.
Recuerdos, miradas, lágrimas... corren tras nuestra como un alma hueca y herrumbrosa que con astucia intentamos olvidar, aunque enlentece nuestros sentimientos, los viola y los hiela.

Siento el hueco en las palabras, siento el miedo en los hechos. Miedo a dejar de reaccionar a la injusticia, y miedo por dejar que la misma nos inunde y no sepamos cómo deshacernos de ella.
Nos hemos acostumbrado a ese vacío de la apatía y el inmovilismo empático. Nos movemos erráticos y con pesadumbre, por más que intentemos llenar de vitalidad nuestros pasos. Pero la carga detrás es más grande que la autocompasión y la mentira. Siempre lo fue.

Nos miro y sólo veo una profunda tristeza autoafligida para acabar con la tristeza exterior. Nos llevamos un peso mayor, una piedra de Sísifo más grande, por tratar de, paradójicamente, no soportar ese yugo, ese abuso social que se alimenta de nuestra incapacidad. Pero la culpabilidad siempre nos estará acechando como muerte tras la esquina, en la pesadilla donde el tiempo se paraliza y sólo podemos mirarnos a nosotros mismos, como si fuéramos espejo. Y llorar desconsoladamente, por no haber podido seguir (ni tan si quiera conocer) nuestros propios deseos.

Nos hemos acostumbrado a la imposibilidad, nos han hecho creer que la resignación debe de ser la remesa del día a día; y que adaptarse consiste en sonreir sin motivo para adornar y tapar la negrura. Somos la arruga maliciosa que aparece incluso con maquillaje, el tinte barato que tras el enjuague se desprende.

Anhelo volver a atreverme, a escribir. Aunque, sobre todo, anhelo creer que todas estas energías pueden llegar a servir. Quisiera acabar con esta desesperanza que me consume, y a todos nos paraliza.